Los
lectores que llegaron con el corazón en un puño al final de «La chica que
soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina» quizás prefieran no seguir
leyendo estas líneas y descubrir por sí mismos cómo continúa la serie y qué le
sucede a Lisbeth Salander.
Lisbeth no está muerta, aunque, con una bala en el cerebro, necesita un
milagro, o el mejor cirujano, para salvar su vida. Le esperan semanas de
confinamiento en el mismo centro donde un paciente muy peligroso sigue
acechándola. Desde el hospital, ella hace esfuerzos para mantenerse alerta,
porque sabe que sus habilidades informáticas serán, una vez más, su mejor
defensa.
Mientras, Mikael Blomkvist se siente muy solo. Quizás Lisbeth le haya apartado
de su vida, pero a medida que sus investigaciones avanzan y las oscuras razones
que están tras el complot contra Salander toman forma, Mikael sabe que no puede
dejar en manos de la Justicia la vida y la libertad de Lisbeth. Pesan sobre
ella duras acusaciones que hacen que la policía la mantenga aislada, así que
tendrá que ingeniárselas para llegar hasta Lisbeth, ayudarla y hacerle saber
que continúa a su lado, para siempre.
Encuadernación: Tapa blanda
Número de páginas: 874